BIENVENIDA A LA ETAPA ADULTA
- Kenia Arteaga
- 8 oct 2018
- 5 Min. de lectura
Si hace unas semanas me hubieran preguntado “¿cómo te ves en octubre?”, creo que no hubiera pasado por mi mente que estaría escribiendo estas líneas en mi nuevo trabajo -sí, literal lo estoy haciendo jaja-. Decidí que la entrada que tenía preparada para hoy la pausaría porque quería contarles que esta pasando en mi vida.

Hasta hace unas semanas seguía en una búsqueda ardua de un "buen trabajo", uno que tuviera una buena compensación económica, que tuviera un buen ambiente laboral y que no implicará una renuncia a mi vida, en todos los sentidos. Básicamente, buscaba el tipo de “trabajo ideal" que debes tener para poder disfrutar de una "buena vida"... perdón, pero ¿buena, para quién?
A lo largo de mi vida he ido de un extremo a otro en cuestión profesional. Cómo les he contado soy abogada, estudié derecho y me encuentro en proceso de titulación -no, aun no he terminado mi tesis jaja-, una de las cosas que más me gusta de mi profesión es el impacto que puedo tener en las personas y en sus vidas, ese cambio que logro al ayudarlas con el problema que tienen.
En realidad, el derecho familiar es lo que me gusta del derecho y, cuando lo digo, no falta quién diga: "eso qué", "con eso no se gana dinero", "de verdad, ¿quieres divorciar personas toda tu vida?"... Claro, todo es cuestión de perspectiva, para mí es la forma en la que puedo ayudar a las personas a ser felices. Imaginen, a través de mi carrera puedo ayudar a los niños a convivir con sus papás, a empoderar a las mujeres e incluso a los hombres para no sufrir abusos (sí, también pueden sufrirlos, aunque de eso ya hablaremos en otra ocasión).
Sin embargo, no encontraba un trabajo que—realmente- llamara mi atención y que sintiera que disfrutaría hacerlo. He de confesar que, en cuanto terminé mi carrera, a las entrevistas que iba una parte de mi rogaba porque no me contrataran… ¿Por qué? Bueno, porque en realidad no eran lugares donde me veía en un largo plazo, es más ni a corto y, al final, me di cuenta que ese sólo era un pretexto para mí. Entendí que no podía seguir viviendo de mi “sueldo de hija” -bueno, sólo con el dinero que me dieran mis papás jajaja- y seguir huyendo de la gran responsabilidad que implica crecer e independizarse, porque crecer duele y nadie dijo que fuera fácil.
Cuando decidí -de verdad- empezar a buscar trabajo como parte de mi plan de vida, de comenzar a construir mi propio camino, de lograr independizarme, de hacerme responsable… me encontré con un camino más complicado de lo que pensé. Me di cuenta que, lamentablemente, aún hay muchos prejuicios en la sociedad y que aún existen personas que creen que una mujer no puede ser capaz de realizar un trabajo de “hombres”… ¿QUÉ? Sí, me encontré todavía con personas que me decían: “qué linda, pero la vacante es para abogados, no abogadas”… obviamente después de escuchar eso quería salir corriendo de ahí porque jamás podría trabajar con personas que pensaran eso.
La verdad es que llegó un punto en el que me frustré, me desesperé por no ir a entrevistas, porque nadie me contrataba y porque no podía dar ese paso que yo necesitaba para dar un salto a esa etapa de la vida que se llama “crecer” o “bienvenida a la etapa adulta” jajaja. Así que ante mi frustración, en ese momento, comencé mi “etapa rebelde” al decir que no quería tener una “vida godin”, neta me rehusaba al hecho de no tener tiempo para nada -incluida yo- aunque tal vez también pasó porque en la vida las cosas se me habían presentando relativamente fáciles.

Algunos lo sabrán, otros no -va, no tendrían porqué jaja- pero mi papá también es abogado. Podrán decirme: "¡entonces! ¿Por qué tanto drama? Vete a trabajar con tú papá y ya"... Bueno, para mí ese sería el camino más fácil, pero -justamente- en este momento de mi vida ya no quiero tomar atajos y seguir evadiendo esa necesidad que tengo de crecer.
Mi familia siempre ha sido un apoyo gigante para mi y han apoyado mis más grandes locuras, pero quiero crear mi propio camino. Calma, eso no esta peleado con el hecho que a mi papá lo apoyo en mucho de su trabajo -lo siento papá, debía decirlo jajaja- y me gusta, me gusta porque así tengo cubierto mi amor por el derecho y por el litigio, pero sentía que necesitaba algo más... algo que tal vez no podría encontrar trabajando de lleno en mi carrera o al menos no en la forma tradicional y el blog, por ejemplo, es parte de eso, porque gracias a él descubrí otra pasión: escribir.
Empecé a ampliar mi rango de búsqueda, dejé de buscar sólo trabajo en despachos y un día apareció una oferta para ingresar a un periódico en línea, por así llamarlo. No saben la emoción que me dio que en poco tiempo me llamaron para una entrevista y la tristeza tan gigante que sentí cuando me dijeron que -en esta ocasión- no me contratarían… Sí, la verdad es que sentí muy feo, porque por fin había encontrado algo que me llamaba la atención, donde usaría mi carrera en un enfoque distinto al tradicional y eso me encantaba.
Me dio un bajón gigante, porque pensé que entonces debía seguir buscando trabajo de una “típica abogada” y tal vez no era ‘tan buena’ en escribir como lo pensé. Recuerdo perfecto que estaba en terapia y mi teléfono comenzó a sonar, así que lo puse en silencio y continué quejándome sobre mi mala suerte para encontrar trabajo, de cómo había encontrado algo que me llamaba la atención y se me escapó de las manos… jajaja yo en drama total.
Llegué a mi hogar y comencé a revisar mis correos…¡Oh, sorpresa! Me contactaron de nuevo del periódico en línea para informarme que se acababa de abrir una vacante en un área distinta y que les encantaría que fuera para que pudieran convencerme de quedarme. ¿QUÉ? ¿Era real? Obviamente me comuniqué de inmediato y agendé una cita para la entrevista. Lo más chistoso de todo, bueno… que eso fue hace una semana jajaja.
Apenas llevo una semana en mi nuevo trabajo, apenas estoy comenzando a adaptarme a esta nueva etapa de mi vida, apenas estoy conociendo una forma distinta de proyectar mi carrera y ¿saben algo? ¡Me está encantando! Incluso he llegado puntual y eso amigos, eso es muy importante recalcar jajaja

Ahora entiendo que un “buen trabajo” es aquel que te gusta, es aquel que te reta, es aquel que te ayuda a crecer y en el que te sientes a gusto. Que un “buen trabajo” no necesariamente será el mismo para todos porque tenemos distintas metas y nadie puede calificar como bueno o malo el trabajo de alguien más. No importa si eres profesor, abogado, administrador, reportero, cocinero, intendente, no... lo que importa es que sea a lo que te dediques lo hagas con alegría y mejor esfuerzo, por nadie más que por ti. No sé cuanto tiempo vaya a estar aquí, no sé si sea el rumbo que vaya a tomar mi carrera, pero sí sé que lo estoy disfrutando y que me siento feliz, lo cual no es poco.
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