¿CUÁNTOS SAPOS NECESITAS BESAR ANTES DE ENCONTRAR AL INDICADO?

"Creo que encontré a la persona", "me hace feliz y me siento tranquila", "es alguien con quien quiero estar mucho tiempo", "ya era hora de que llegara algo lindo a mi vida"... ahí estaba yo: ilusionada y feliz. ¿Acaso existe sensación más linda en el mundo que el momento de enamoramiento? Ese momento en el que te das la oportunidad de conocer y dejarte conocer, en el que te muestras tal cual eres a la otra persona porque sabes que para construir una relación debes dejarte llevar...

Mi vida amorosa había sido un poco desastrosa hasta ahora, llena de ilusiones y desilusiones (más de estas últimas, a decir verdad). En mi vida se habían cruzado todo tipo de personas: como aquellas que decían "estar conmigo", pero cuando los necesitaba en momentos importantes de mi vida - casualmente - nunca estaban; también aquellas que decían que yo era "demasiado linda y que merecía algo mejor, que sentían no estarse entregando de la misma forma en que yo lo hacía (sí, esa versión distinta pero en el fondo igual al "no eres tú, soy yo"), y aquellas que desaparecían sin decir nada, que de repente dejaron de responder y decidieron convertirse en fantasmas... desapareciendo de mi vida.

Claro, también hubo personas que en poco tiempo lograron convertirse en parte importante de mi vida; sin embargo, por cuestiones de la vida era algo que tenía fecha de caducidad. ¡Qué injusto había sido todo hasta ese momento! Aquellos a los que debía decirles adiós, no lo hacía por costumbre y aquellos de los que no quería despedirme tenía que hacerlo porque no quedaba más.

En esta ocasión todo pintaba distinto para mí, me encontraba más segura de lo que buscaba, de lo que no quería en una relación y sobre todo de mí misma (claro, dos años de terapia al fin habían dado resultado). Todo iba tan bien desde mi perspectiva: logré superar mi barrera de pretextos y mis ganas de querer salir corriendo ante la posibilidad de tener algo estable, tranquilo y feliz. Sí, la verdad es que me espantaba el hecho de pensar que realmente estaba conociendo a alguien distinto y por más que buscaba pretextos para huir, siempre encontraba una mejor razón para quedarme y disfrutar de lo que estaba viviendo. Total, ¿qué podría salir mal?

Sin embargo, una mezcla de todas mis desilusiones apareció en mi vida, demostrando que -efectivamente- siempre hay algo que puede salir mal, aunque tú no lo quieras. En realidad no supe qué paso esta vez y claro que tantos intentos fallidos en el amor hicieron que me preguntara ¿qué estoy haciendo mal? ¿de verdad esto del amor no es para mí?... logrando que toda esa seguridad que había ganado se desplomara (sí, soy bastante dramática y exagerada, lo sé).

Aunque chance ahí estaba el error, en creer que algo fallaba en mí y por eso las cosas "no resultaban". Bueno, algo sí fallaba... mi forma inconsciente de elegir a las personas con las que me relacionaba, pues en el fondo sabía que iban a estar solo un momento y que al final no sería un "happily ever after", sino solo amor de un rato, un amor pasajero. Pensar en construir una relación da miedo, porque el amor no es fácil y requiere compromiso. Todos dicen querer enamorarse, tener una pareja y que todo sea como en las películas, pero la verdad es que pocos trabajan en construirla.

Así que después de secar algunas lágrimas -ok, tal vez muchas- llegó el momento en el que decidí retomar la relación más importante que todos tenemos y que será el pilar para cualquiera que tenga en el futuro: la relación conmigo misma. Había llegado mi momento, ese momento en el que debía sentirme orgullosa de lo mucho que he crecido como persona, dejar fluir las cosas, darle tiempo al tiempo y darme ese espacio para amarme.

Qué complicado es entender que hay personas que llegan a tu vida y no precisamente para quedarse. Porque todos esos sapos que se cruzan en nuestro camino nos dejan enseñanzas, incluso aquellos de los que creemos que no sacamos nada bueno... pues justo lo que nos dejan es saber qué no queremos en una relación y en una pareja.

En una pareja creo que debemos buscar - sin perder el "yo" en el "nos"- a alguien que nos sume, que nos apoye, que nos dé ese ánimo para lograr nuestras metas, nos rete a mejorar como personas, nos ame, nos haga disfrutar, nos sorprenda y nos provoque miles de sonrisas. Suena bastante lindo, pero es que una relación es de dos, así que esto debe ser recíproco. Para funcionar como pareja debe existir comunicación, respeto, interés, ganas de hacer las cosas y que no solo se quede en ganas, sino que se hagan. No basta que alguien nos diga que tiene interés en nosotros, necesitamos hechos y no palabras.

En este momento de algo estoy segura: no necesito convencer a nadie de que quiera estar conmigo y si debo hacerlo, de entrada, estamos mal. Porque no sé cuántos sapos deberé seguir besando hasta encontrar al indicado, no sé cuántas veces más me estrellaré contra la pared... pero de algo estoy segura, no me conformaré con recibir un amor a medias, un amor menor al que yo estoy dispuesta a dar y del que me tengo a mí. Así que... ¡a seguir besando sapos hasta encontrar al indicado!

---