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EL MEJOR MOMENTO DE MI VIDA

  • Foto del escritor: Kenia Arteaga
    Kenia Arteaga
  • 7 ene 2019
  • 4 Min. de lectura

Si al inicio del año pasado alguien se hubiera acercado a mí para adelantarme cómo terminaría mi 2018, honestamente no le hubiera creído ni la mitad. ¿Por qué? Bueno, porque definitivamente mi año terminó siendo totalmente lo opuesto a cómo comenzó...



Empecé el 2018 con bajas expectativas, básicamente solo estaba dejándome fluir en la vida, de tal manera en la que yo no estaba tomando las riendas de ésta; vaya, no porque no quisiera, sino porque no tenía idea de hacia dónde iba ni a dónde quería ir.


Meses antes, además, con mi familia habíamos pasado por un momento complicado, un momento por el que sabes que tendrás que pasar tarde o temprano, pero en el que prefieres no pensar... un momento que, definitivamente, me hizo entender que lo único que tenemos es "el aquí y el ahora".


Al inicio de año mi tesis era todo lo que tenía -y vaya que lo digo en forma literal- no tenía trabajo, no tenía pareja, no tenía nada más que ese proyecto que debía finalizar para concluir una etapa en mi vida... y no, no es casualidad que haya tardado tanto en terminarla, si no lo hacía justo fue porque era lo único de lo que me agarraba, lo único que tenía seguro en mi vida y tal vez les pueda sonar bobo, pero... si la terminaba ¿con qué me quedaba?


La verdad tenía miedo... y admitirlo, no fue algo fácil, todo lo contrario, fue algo que me costó varias sesiones de terapia hacerlo. Tenía miedo de que al terminar mi tesis todavía no hubiera encontrado un trabajo estable y, sobre todo, que me gustara, porque a pesar de que sabía que conseguir trabajo era algo necesario para poder avanzar en mi meta de independizarme, yo lo buscaba sin ganas de encontrarlo...


Conforme pasaron los meses me di cuenta que ya no podía seguir así. . . fluyendo en la vida sin un objetivo o meta, que 'chiquita' ya no estaba y que si no tomaba yo las riendas de mi vida, solo iba a seguir dando vueltas sin llegar a ningún lado... total ¿qué es lo peor que podía pasar? ¿Qué me equivocara al tomar una decisión? Bueno, pues de los errores también se aprende así que era momento de actuar, de ser valiente y dejar de ser una observadora en mi propia vida.


Así que el año pasado se convirtió en un año clave para mí... fue un año en el que aprendí que en la vida a veces para avanzar debemos aprender a soltar, debemos movernos y hacer que la energía fluya... porque ¿cómo esperas que las cosas tengan un final distinto, si siempre haces lo mismo? ¡EXACTO!



En mi caso, lo que tuve que aprender a soltar no fue algo material... no, ¡qué va! Ojalá así hubiera sido -honestamente, creo que hubiera sido un poco más fácil- por lo contrario, tuve que aprender a soltar mis prejuicios... sí, porque a mis 26 años estaba pensando y actuando con una serie de prejuicios que era algo peor que señora del siglo pasado, estaba cerrada a una idea que yo misma me había encargado de comprar, una idea acerca de lo que quería, acerca de lo que era 'lo indicado' para mí...


De ahí que si hace un año me hubieran dicho que a fin de año estaría trabajando en una redacción, siendo corresponsal del área económica, creo que hubiera reído y hubiera dicho algo del estilo "soy abogada ¿por qué terminaría como reportera?"... hoy puedo decirles que no 'terminé' como reportera, más bien elegí ser reportera y me siento la más feliz con el trabajo que realizo, porque éste es un paso para lograr la primera meta a mediano plazo que me he planteado, literal, en mi vida, aunque de esa ya les platicaré en otro momento.


Luego de varios dolores de cabeza -literal jajaja- logré admitir que para mí en ese momento no era suficiente dedicarme a litigar, logré aceptar que quería hacer algo totalmente diferente, logré permitirme perseguir mis sueños y no conformarme, porque al final entendí que vida sólo tenemos una y no hay mejor forma de vivirla que permaneciendo fieles a lo que queremos y, sobre todo, a quienes somos.


Cuando no tenemos claro qué es lo que queremos hacer con nuestra vida, creo que nos aferramos a cualquier cosa que tengamos en ese momento -léase pareja, trabajo, amigos o incluso objetos materiales- y ahora que lo veo desde otra perspectiva, creo que es algo que debemos cambiar, porque justo ese miedo que tenemos a quedarnos sin nada nos puede orillar a conformarnos, no buscar realmente lo que queremos y conformarnos con cualquier cosa.


Hoy puedo decirles, sin dudar, que el 2018 fue un año que me enseñó a ser paciente, a mantenerme fiel a mí misma y a que la vida es tan sabia que cuando empiezas a ser y hacer lo que quieres, las cosas se van acomodando solas para suceder...


Así que definitivamente terminé mi 2018 dando un giro de 180° porque lo único que tenía ya no lo tengo más debido a qué terminé mi tesis -sí, lo logré jajaja-, sin embargo, ahora tengo mucho más de lo que llegué a pensar que tendría a fin de año... tengo a mi familia que me apoya en mis más grandes locuras, tengo a mis amigas que me han apoyado en todo momento y, además, estoy compartiendo mi vida con una persona que no pudo llegar en un mejor momento a ella...



Así que definitivamente ¡ESTE ES EL MEJOR MOMENTO DE MI VIDA! Y, ¿saben algo? Pretendo disfrutarlo... pretendo disfrutar cada día y cada instante, incluso esos momentos no tan lindos que pueda haber, porque el 2018 me enseñó que incluso esos momentos pasan por algo, aunque en el instante no lo entendamos, me enseñó que no hay tiempo que perder y que la felicidad empieza por uno mismo.

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